SOCIOTERAPIA
Cuando hablo de Socioterapia me refiero a un servicio terapéutico dentro del campo de la salud que cree firmemente en considerar al paciente aquejado por sus problemas emocionales como un "sujeto histórico y social"; quiero decir, como un sujeto cuya psicología se ha formado entre grandes y pequeños conflictos culturales y ante los cuales no permanece ajeno.
De hecho, las respuestas que el paciente ofrece a sus problemas personales, sean estos conscientes o no, forman parte de la conflictiva cultural en la cual este está inmerso.
Los impactos psíquicos y de comportamiento provocados por los problemas sociales contemporáneos como la precariedad del empleo, la inseguridad en espacios públicos e incluso privados, la intromisión de la tecnología a todo nivel, la perdida de conexión con nuestro ser, el malestar contemporáneo del amor, la debilidad de los vínculos de cercanía solidaria, la anomia social y la pérdida de perspectiva a futuro, son incuestionables y confunden directa o indirectamente a la existencia humana en sus dilemas particulares.
La Socioterapia contempla que las herencias culturales que nos configuran como seres históricos, influyen de manera poderosa en nuestras formas de responder psicológicamente a las diversas situaciones que enfrentamos. En este sentido, cada persona constituye un verdadero punto de intersección de varios círculos sociales y culturales en intercambio continuo. De una manera u otra, la psique de cada ser contemporáneo puede concebirse como un lugar de conflictos y choques culturales sistemáticos que contribuyen al desequilibrio emocional y a la búsqueda –a veces desesperada- de soluciones.
Otro rasgo de la socioterapia es la comprensión del sujeto como un ser en constante interacción social, formando parte de múltiples unidades de acción recíproca –estables o efímeras- que complican su cuadro de respuestas personales ante los estímulos de la vida.
La Socioterapia busca aportar elementos ordenadores que ayuden a situar el momento y circunstancia por los que atraviesa un paciente en problemas y por los cuales se ve afectado psicológicamente. Los paradigmas de ubicación histórico-contextual, son verdaderamente estratégicos y cada vez más necesarios para una terapia efectiva en tiempos tan confusos y vertiginosos como los nuestros, porque dotan al sistema terapeuta-paciente de una perspectiva más amplia.
Finalmente, quiero destacar que en la historia de la psicología clínica, desde el psicoanálisis hasta las constelaciones familiares, con frecuencia se han incorporado –aunque sea inconscientemente- encuadres de Socioterapia en la medida que la interacción social del paciente está básicamente presente en muchas de las técnicas de intervención terapéutica. En otras palabras, el enfoque socioterapéutico rescata el aspecto interactivo de la psicología moderna y sus diferentes corrientes interpretativas. Así, desde el punto de vista intrapsíquico, el individuo nunca está solo; siempre se encuentra en constante interacción con sus fantasmas (figuras simbólicas principales de su vida que son portadoras, a su vez, de las distintas formas en que la cultura se expresa afectivamente en la persona), sus yos psicoanalíticos (el ello, el super yo…), sus yos desfasados del presente (el yo del pasado o “niño interior” y el yo proyectado en el futuro o el “cuando yo sea grande”), etc. El empleo de estas figuraciones en la práctica de la psicoterapia y sus técnicas de intervención constituye una convergencia notable con los planteamientos de la socioterapia.
Las posibilidades de una Socioterapia así concebida son enormes. Ojalá mas temprano que tarde, nosotros los terapeutas, nos demos cuenta que no podemos seguir separando las miradas.
Las diversas teorías sociológicas y de otras disciplinas de las ciencias humanas aportan al terapeuta importantes, enriquecedores y novedosos puntos de vista para entender y apoyar al hombre contemporáneo.
Alejandra Córdoba García, Trabajadora Social, Socioterapeuta Corporal.